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lunes, 26 de octubre de 2009

BIBLIOGRAFIA

- Varios autores. La Marginalidad y los Jóvenes con Trastornos de Conducta.

- Dr. ROURAT, Julián. Psicología de la Pubertad. Editorial Luís Miracles, S.A. Barcelona.

- Enciclopedia de la Psicología OCEANO. La Adolescencia.

- Curso de Orientación Familiar. Psicología Infantil y Juvenil. OCEANO Tomo 6.

CONCLUSION

Si bien no se puede negar que se nace con unos genes, éstos no son determinantes de la personalidad y, por consiguiente, no son ciegos depositarios de las futuras acciones, a no ser que existe una lesión orgánica irreversible que limite el campo y el modo de la relación.

Los errores adictivos pueden ser diversos: desde la tolerancia indiscriminada o la sobreprotección hasta el abandono, la severidad y la violencia educativa. Todos ellos pueden constituir el caldo de cultivo de diversos trastornos, entre los que cabe contar la conducta antisocial juvenil.

Es evidente que la labor de rescatar al delincuente juvenil debe coordinar un buen número de campos, pero solo de esta manera puede resolverse el problema. Los centros de formación de padres, los servicios de higiene mental, el club de ocio en el barrio y la asistencia por medio de profesionales sociales como asistentes sociales, psicológicos, monitores de grupo, centros excursionistas… enclavados dentro del ambiente donde el muchacho vive, son elementos validos cuyos resultados están por probar, ya que nuestras sociedades urbanas no lo han puesto en práctica; pero en los pocos intentos que se han llevado a cabo en el ámbito experimental, los resultados han sido esperanzadores.

PANDILLAS

Una pandilla es un grupo de adolescentes y/o jóvenes que se juntan para
participar en actividades violentas y delictivas. Las pandillas están constituidas
comúnmente entre niños y/o jóvenes de 13 a 20 años.

A través del tiempo este fenómeno social ha ido evolucionando y creciendo
cada día más, por eso, los legisladores se vieron en la necesidad de agregar
esta figura como agravante en nuestro Código Penal, las pandillas hoy en día
están constituidas por la mayoría de jóvenes que llegan a delinquir en algún
momento, la pandilla puede ser un causante para que los jóvenes delinquen y
vallan contra las buenas costumbres establecidas y aceptadas por la sociedad.
A continuación analizaremos el concepto de pandilla y la diferencia con la
delincuencia organizada.

Los problemas del pandillismo o pandillerismo juvenil urbano dieron lugar a la
reforma del Código Penal que introdujo dicha figura como agravante en la
comisión de cualquier delito: hasta una mitad más de la pena aplicable a este.
Por pandilla se entiende "la reunión habitual, ocasional o transitoria de tres o
más persona que sin estar organizadas como fines delictuosos, cometen en
común algún delito" (Art. 164-bis). Existe una agravante de la agravante, a
saber, el caso en que algún miembro de la pandilla sea o haya sido servidor
público de cualquier corporación policíaca (Ibedem).


La jurisprudencia se ha ocupado en distinguir la pandilla de otras figuras
penales y establecer el carácter heterónomo de aquella de aquella. En cuanto
al primer asunta, se afirma:

Hay notas distintivas entre el llamado pandillerismo y la asociación delictuosa.
En el primero se trata de una reunión habitual, ocasional o transitoria de tres o
más personas, que sin estar organizadas con fines delictuosos cometen
comunitariamente algún ilícito; en cambio, la asociación delictuosa se integra
también al tomar participación en una banda, tres o más personas pero precisa
que aquella – la banda y los cierra" esta organizada para delinquir. Aquí de
advierte la primera distinción entre una y otra de las figuras analizadas: la
consistente en que el pandillerismo, no hay organización con fines delictuosos,
y en la asociación si la hay. Pero todavía más. En esta segunda figura se
requiere un régimen determinado con el propósito de estar delinquiendo,
aceptado previamente por los componentes del grupo o banda; es decir, que
debe de haber jerarquía entre los miembros que la forman, con el
reconocimiento de la autoridad sobre de ello el que manda, quién tiene medio o
manera de imponer su voluntad (A.D. 4379-72, Marcelo Alejandro Verdugo
Cenizo 28 de febrero de 1973 unanimidad de 4 votos, componentes: Ernesto
Aguilar Álvarez).

Por lo que toca el segundo tema mencionado, la jurisprudencia ha manifestado
reiteradamente que la pandilla no constituye un delito autónomo, sino que solo
una circunstancia agravante del delito o los delitos acreditado en el proceso; se
trata, pues de una calificativa heterónoma, según ha dicho – por ejemplo – El
segundo Tribunal del Sexto Circuito:





El artículo 174 bis del código unitivo del distrito federal, así como los demás
ordenamientos de las entidades de la república que contienen la misma
disposición, no establece el pandillerismo como delito autónomo, sino como
una circunstancia agravante de las infracciones que por naturaleza la admiten,
pues su texto establece que se aplicara a los que intervengan "además de las
penas que les correspondan por el o por los delitos cometidos…"

Lo que solo incrementan la sanción en relación directa con los ilícitos
cometidos "en pandillas" (A.R. 609-95, Adelfo Poblano Peña, 24 de enero de
1996).

La figura penal de la pandilla fue más lejos de lo que se quiso originalmente. Se
trato entonces de agravar la sanción aplicable a los miembros de grupos
reunidos, con fines diferentes de la comisión de delito. Como señale, estos
grupos se constituían ha menudo con personas jóvenes, que aprovechaban su
numero y la circunstancia de la reunión para incurrir en conductas ilícitas.

Por supuesto, en estos agrupamientos, también intervenían he intervienen
maleantes, vagabundos, individuos que se reúnen "sin oficio ni beneficio",
como se suele decir.

A despecho de lo anterior que exigía una precisa formulación de la figura de
pandilla, la extensa descripción de esta en el artículo 164-bis permite que bajo
este concepto queden abarcados prácticamente todos los casos de cuautoria y
participación delictuosas, cuando los coautores o participantes son tres o más.
Por ejemplo, si un sujeto comete un fraude mediante operaciones con títulos de
crédito y para esto efecto cuanta con el auxilio de dos individuos, será aplicable
la agravante de pandilla. Obviamente este caso no corresponde en lo absoluto
al problema que tuvieron a la vista los legisladores que incorporaron la
agravante de pandilla en el Código punitivo.

Los excesos que pudieran ocurrir en este ámbito se modera bajo la referencia
que contiene el artículo 164-bis a la circunstancia en que operan los infractores:
para que haya pandilla se requiere que exista una "reunión habitual, ocasional
o transitoria", no una mera reunión o concertación. La reunión impone una idea
de espacio, lugar, ámbito en el que se hayan y actúan quienes están reunidos;
no podría tratarse por ende, de individuos unidos en un fin delictuoso –
habitual, ocasional o transitoriamente", pero distantes uno de otros. El
Diccionario de la Real Academia señala que reunión es "acción y efecto de
reunir o reunirse", o bien "conjunto de personas reunidas"; y reunir es "volver a
unir", o bien, "juntar, congregar, amontonar".

Resulta lógica la precisión que intento el segundo tribunal Colegiado de Sexto
Circuito, en el A.R. 609-95, que antes mencione, invocando la aplicación de la
calificativa con respecto a los delitos que por su naturaleza (…) admite"
aquella. Sin embargo, esa acotación tiene que ver más bien con el propósito
del legislador en función de los requerimientos que movieron a establecer la
calificativa, que con la naturaleza misma de las infracciones. Difícilmente se
podría rechazar la aplicación de la calificativa en virtud de la naturaleza del
delito, aún cuando el derecho punible se aleje considerablemente de la
preocupación del legislador.

















Si éste "pensó" en el homicidio, lesiones, robo, violación, atentados al pudor o
abusos deshonestos privación de libertad y otros semejantes, no fue eso lo que
"dijo". Tomando en cuenta en cuenta la fórmula legal, no resulta imposible
aplicar la calificativa a delitos tales como difamación o calumnia, violación de
correspondencia, quebrantamiento de sellos, peligro de contagio, ultrajes, a la
ética, rebelión de secretos, variación del nombre o del domicilio y varios otros
que pudieran hallarse a gran distancia del origen y el propósito de la norma.


La primera expresión de la delincuencia organizada, a la que adelante me
refiere, se aproximó apreciablemente a la idea de pandilla, en cuanto no se
considero que dicha organización constituyese por sí misma un delito, no así
en los efectos jurídicos inmediatos del agrupamiento. Sustantivo en el caso de
la pandilla y sólo adjetivos – de carácter precautorio o cautelar, asociados con
la retención—en el supuesto de delincuencia organizada.

MARCO TEORICO, DELINCUENCIA JUVENIL

Las actividades ilegales que desarrollan jóvenes, cuya conducta no discurre por unas causas sociales aceptadas ni sigue las mismas pautas de integración que la mayoría, no surgen repetidamente, sino que forman parte de un proceso gradual de socialización desviada que poco a poco se va agravando. Este proceso se manifiesta más agudamente en la adolescencia, cuando el joven está más capacitado para realizar acciones por cuenta propia.

Entre adolescentes no podemos considerar la existencia de un solo tipo de delincuente, ya que se observan entre ellos diferentes modos de comportamiento y actos de distinta gravedad. En algunos jóvenes, la delincuencia es algo transitoria, utilizado para llamar la atención a falta de autodominio, mientras que para otros se convierte en norma de vida. Cuanto más joven sea el delincuente, más probabilidades, habrá de que reincida, y los reincidentes, a su vez son quienes tienen más probabilidades de convertirse en delincuentes adultos.

Es importante el aumento experimentado por la delincuencia juvenil en los últimos años.

Unas de las razones por las que la delincuencia alcanza su máxima frecuencia entre la adolescencia media y la final es que, en esta época, muchos jóvenes son capaces de aprender a adaptarse por sí mismos, sin el auxilio de padres o tutores.

Aunque la delincuencia continúa ligada a la miseria, su práctica se ha extendido últimamente a los grupos socioeconómicos medios y altos. Entre las nuevas delincuencia juvenil, estudiadas actualmente en diversas zonas del País, cabe distinguir los casos que son producto de la aparición de nuevas oportunidades de delincuencia, no difieren en lo esencial de las formas tradicionales.

La identificación de las tendencias de la delincuencia juvenil depende en primer término del examen de las estadísticas.

Los cambios en concepto de delincuencia contribuyen, tal vez, en el factor que más influyen en las estadísticas de prevalecía.

Se considera que la delincuencia comienza a los 8, 13, 14 ó 15 años de edad, respectivamente. Cuando se fija una edad más tardía con frecuencia no se dispone de datos a cerca del número de niños que comparecen ante los Tribunales Tutelares de Menores u otro tipo de Organismo encargado de los niños difíciles.

La delincuencia alcanza, de ordinario, su punto máximo entre los 13 y 15 años de edad; pues, es un periodo en el cual el menor tiende particularmente a relacionarse con los otros chicos de su edad.

La banda de adolescentes sirve a la vez como lazo social para jóvenes desarrollados y como agente canalizador de su agresividad hacia los adultos. A semejanza del mundo animal, en la banda juvenil se da la seguridad de un territorio. La obsesión de la seguridad se garantiza por la integridad en el territorio y la lealtad respecto al grupo, que a menudo se convierte en temeridad.

Existe mayor número de muchachos que de muchachas delincuentes, aunque esta diferencia empieza a disminuir al final de la adolescencia a causa del incremento de la delincuencia femenina en dicha etapa, también existe una diferencia entre sexos en función del tipo y de la gravedad de los delitos cometidos. En las muchachas son más frecuentes los hurtos menores y la prostitución, mientras que abunda entre los muchachos la agresión física, los robos, la alteración del orden, etc.

Los menores de 13 a 14 años dirigen la mayoría de sus actos delictivos contra la propiedad; en la adolescencia final por el contrario, los mismos afectan con más frecuencia a las personas. En el medio rural los actos son, en su mayoría, individuales, en cambio en el medio urbano suelen realizarse en grupo, respaldos por el apoyo mutuo que encuentran los jóvenes en la banda.

La influencia del medio en el desarrollo de la delincuencia juvenil es también muy importante, los niños colocados en un medio muy pobre o que viven en condiciones difíciles están fuertemente tentados de descifrar su existencia por el robo o por la búsqueda de consolaciones dudosas. Estas son una de las razones del enorme número de condenas por delincuencia juvenil durante la guerra, las privaciones, los cambios del medio social, la inquietud y el medio han ejercido una influencia disolvente y han dado un golpe a la vida moral, de la cual todavía no se ha repuesto en los ambientes donde hay malas viviendas, donde reina la promiscuidad y la miseria, es donde se encuentran la mayor proporción de delincuentes juveniles.

Hoy en día los medios más afortunados son una proporción de delincuentes. Esto es debido a ciertos dramas familiares y a que los niños disponen de mucho más dinero y comodidades de todas clases y a que la sociedad hace nacer nuevas necesidades que pueden ser satisfechas de momento más que por actos reprensibles.

Estos actos nos lleva naturalmente a denunciar los errores de educación como causa esencial de la delincuencia juvenil.


En primer lugar, la severidad excesiva demuestra que cuando los padres son muy exigentes o estropean al niño a fuerza de quererlo hacer perfecto, o hacen nacer la rebeldía en vez de favorecer la honradez y la delincuencia. Y así vemos a estas víctimas de la disciplina fría o brutal como aprovechen la primera ocasión favorable para liberarse de toda tutela y hacer lo que les da la gana.

Hay padres demasiados débiles. La disciplina personal, especialmente el poder de retenerse, de actuar o de privarse de una cosa deseada, debe ser inculcado al niño en el curso de los dos primeros años de su existencia.

Del 70 al 80 por ciento de los delincuentes proceden de familias disociadas, (por divorcio, muerte o abandono) o de familias cuyos padres no se entienden.

El niño que ve a su padre y a su madre disputar entre sí, juzga la sociedad en su conjunto sobre el mismo modelo, y llega a creer que él también debe defender violentamente su punto de vista si no quiere ser aplastado.

Puede suceder que aunque la familia este relativamente unida, las ocupaciones de los padres dejan a los niños muchos ratos libres, y un a libertad que, al perder la vergüenza, se vuelve libertinaje.

La delincuencia juvenil, toma un aspecto mucho más grave cuando los jóvenes forman bandas y pandillas. Se estimulan por la audiencia tanto más buscada cuanto más esconde un verdadero miedo y tanto más mantenida cuanto más prestigioso se hace uno de la “pandilla”, atreviéndose a lo que los demás no se atreven.



Todos saben hasta que punto las malas lecturas y el mal cine pueden desviar a los jóvenes del camino. El cine ejerce una verdadera fascinación, sobre todo para los que asisten a él varias veces a la semana, esto basta para falsear su sentido de la realidad. Los filmes peligrosos son los que representan las manifestaciones de malos rasgos del carácter, especialmente cuando la acción se desenvuelve en medio del lujo y la vida fácil.

Los adolescentes que se han hecho culpables de delitos graves asisten a más de seis sesiones por mes, lo cual no quiere decir que el cine sea el único responsable de la delincuencia juvenil.

En la mayoría de los filmes las proporciones esenciales de los personajes se relacionan con el erotismo y el crimen. Se diría que la mayor parte de las películas están destinadas a enseñar al espectador la técnica de la seducción o de los asesinatos.

En diez grandes anuncios de un espectáculo hemos contado siete horribles del revolver y ocho mujeres medio desnudas. Debido a la gran fuerza de sugestión de las imágenes en movimiento, las personas que verán esas películas difícilmente escaparan a pesar de que las acciones representadas (por exageradas que sean) son un índice de lo que sucede en la vida corriente y que, al fin y al cabo, se puede uno inspirar un poco en esa “realidad”.

OBJETIVOS

Generales:

- Investigar las causas de la delincuencia juvenil.

Específicos:

- Ubicar los factores que influyen en dicho comportamiento.
- Comprobar que existen trastornos psiquiátricos y psicológicos que intervienen en la actitud violenta de los jóvenes.
- Observar como la delincuencia juvenil está integrada principalmente por marginados sociales.
- Indicar la influencia de los medios de comunicación en los jóvenes delincuentes.

JUSTIFICACIÓN DEL PROBLEMA

A diario podemos observar como adolescentes, y hasta niños de muy poca edad delinquen, dando alardes de violencia, aparentemente gratuita e injustificada, hacia los demás.

Particularmente, nos interesa saber a cerca de; las razones que conducen a estos jóvenes a actuar de tal manera, hay quienes piensan que los jóvenes se revelan como una forma de llamar la atención o sentirse importante ante la sociedad; pero en realidad, es que existen muchos factores de peso que conllevan a la juventud a cometer actos vandálicos y esto es lo que se va a demostrar.

La delincuencia juvenil es un problema más inquietante cada día.

Las estadísticas indican cifras en progresión constante, sin contar que muchos casos de delincuencia juvenil no figuran en las estadísticas.

La edad de los jóvenes delincuentes tiende a descender. Cada vez más, el índice porcentual (20%) se incrementa hacia los adolescentes.

INTRODUCCION

La delincuencia se conoce como el fenómeno de delinquir o cometer actos fuera de los estatutos impuestos por la sociedad, pero es poco lo que sobre las verdaderas causas por las que un joven puede introducirse en este mundo.

Son diversas las causas; pueden ser orgánicos, fisiológicas, patológicas, influencias externas como el medio en el que se desarrollan los primeros años de su vida, la carencia de afecto y atención por parte de los padres o simplemente mala orientación.

A cerca de este tópico trata el presente trabajo de desarrollarlo de manera clara y extensa para el mejor entendimiento del mismo, así como destacar los factores y causas que contribuyen a la Delincuencia Juvenil.